
Hay que entender esta afirmación de forma literal y con prudencia. No existen pruebas de que produzca intoxicación, lo cual no implica que no la produzca, ni que esté probado lo contrario, pues tampoco existen pruebas de que no produzca intoxicación. Existe un claro riesgo potencial de intoxicación, aunque el cuerpo también tiene mecanismos para ir eliminándolo si las cantidades de mercurio no son muy altas y todo depende de este equilibrio, el cual en apariencia parece que se mantiene.
El mercurio empieza a evaporarse a partir de temperaturas de 20 grados centígrados. En la boca es relativamente sencillo que se den esas temperaturas o incluso alcanzar entre 40 y 60 grados centígrados. En estas circunstancias se produce vapor de mercurio de forma continuada, el cual es absorbido por el cuerpo en cantidades muy pequeñas. Supuestamente, estas cantidades son suficientemente pequeñas como para que el cuerpo pueda ir eliminándolas progresivamente.
Algunos estudios realizados en la universidad de Erlangen han puesto en evidencia que al masticar chicles el contenido de mercurio en la saliva sobrepasa el valor máximo permitido para una concentración de mercurio en agua en unas 190 veces.
La vida media del mercurio en el organismo puede variar de unos pocos días hasta varios meses. Los órganos que acumulan mercurio por más tiempo son el cerebro, los riñones y los testículos. La eliminación se hace en pequeñas cantidades a través de la exhalación de vapores por vía respiratoria, aunque la mayor cantidad se elimina mediante las heces y orina. La saliva, el sudor, pelo y lágrimas constituyen también un mecanismo para eliminarla, pero en cantidades muy inferiores a las otras. La mayor parte se elimina en unos 60 días, pero algunas cantidades pequeñas pueden permanecer acumuladas en el cerebro hasta durante un año.