credibilidad: 3,00

Las conclusiones de este apartado las extraemos de los trabajos de Ralph René, del libro de Bill Kaysing “We never went to the moon: America’s thirty billion dollar swindle”.

Como hemos visto, las pruebas de los teóricos de la conspiración resultan bastante endebles. Kaysing, su principal defensor compensa esta falta de pruebas de cargo con un notable entusiasmo. Kaysing es un californiano de 72 años de edad, trabajó como jefe de publicaciones técnicas para la sección de investigación y desarrollo de Rocketdyne, en sus instalaciones del sur de California entre 1956 y 1963. Rocketdyne era el contratista de los motores del Proyecto Apollo. "La NASA no podía ir a la Luna y ellos lo sabían", afirma Kaysing que defraudado por lo que pudo ver durante su experiencia como contratista de la agencia espacial, decidió dedicar su vida a esclarecer 'la verdad':

"Durante ese tiempo yo estaba habilitado por la Comisión de Energía Atómica para acceder a información clasificada como alto secreto. Esa clasificación me permitió acceder a los secretos del desarrollo de los proyectos Mercury, Gemini, Atlas y el futuro Apollo. Gracias a mi experiencia como técnico comprendí que había muchas cosas que la industria aeroespacial y la NASA hubiesen querido hacer, pero que nunca hicieron. Dicho de otra forma, no tuvieron tantos éxitos como pretendían. A finales de los años 50, cuando yo estaba en Rocketdyne, hicieron un estudio de viabilidad de un viaje con astronautas que aterrizaran en la Luna. El resultado fue que las posibilidades de éxito eran de apenas un 0,0017%. En otras palabras, era imposible sin embargo, la NASA y Rocketdyne querían que el dinero siguiera fluyendo. He trabajado en la industria aeroespacial el tiempo suficiente como para saber que esa es su única meta."

Los argumentos de Kaysing quedaron expuestos en un libro que, a falta de un editor que se atreviese a publicarlo fue editado por él mismo. Se llama Nunca fuimos a la Luna y resulta el trabajo de toda una vida, con multitud de documentos, testimonios y fotografías recopiladas por el autor, para desenmascarar lo que él llama el mayor fraude de la historia:

"Creo realmente que las evidencias que expongo prueban, más allá de cualquier duda, que es imposible que hayamos llegado a la Luna, al menos en la forma que se nos ha contado"

Otro notable defensor de la conspiración es Ralph René, autor del libro NASA Mooned America. Es el responsable de la mayoría de las pruebas que los teóricos de la conspiración defienden. Su conclusión es la misma que la de Kaysing: es imposible que EEUU pusiera a un hombre en la Luna.

Para René y Kaysing lo que realmente ocurrió es lo siguiente:

La NASA, actuando en estrecha colaboración con la DIA (agencia de inteligencia de la defensa) –el mayor cuerpo de la inteligencia estadounidense- organizó una operación de alto secreto denominada ASP (Apollo Simulation Project) que desarrollaba el fraude.

Las tomas falsas fueron rodadas en la base Norton de la fuerza aérea, en San Bernardino, California: «Allí contaban con más y mejor equipo técnico y humano que todos los estudios de Hollywood juntos», explica Kaysing, añadiendo que el hombre encargado del peculiar rodaje fue el director Stanley Kubrick, cuya película 2001: Una Odisea del Espacio (1968) había impresionado a los oficiales de la NASA, que le pusieron al mando de la parte técnica de la operación. Puede sonar descabellado, pero Kubrick siempre rehusó contestar a cualquier pregunta sobre el tema, una actitud habitual en los implicados en este curioso asunto.

El astronauta Brian O’Leary hizo unas declaraciones que avalan una teoría parecida: “Si algunas de las filmaciones se hubieran estropeado es remotamente posible que la NASA pudiera haber rodado algunas escenas en un estudio cinematográfico para evitar la vergüenza pública”.

Aparte de las filmaciones, la agencia espacial produjo abundante material fotográfico de su alunizaje falso. Aparte de las inconsistencias ya resaltadas, tanto René como Kaysing afirman que la comparación de las fotografías con las filmaciones realizadas en teoría, les ha llevado a descubrir la existencia de grandes fallos de continuidad entre unas y otras, diferencias que indican que no fueron tomadas en el mismo momento.

Las acusaciones de Kaysing adquieren un tono definitivamente alucinante cuando describe lo que podíamos denominar como "fase de postproducción" del fraude lunar. Una vez elaborado el material gráfico destinado a engañar al público, había que proceder a la escenificación de la misión Apollo propiamente dicha. Un cohete sin tripulación habría sido enviado al espacio ante la mirada de millones de ojos, que desde todo el planeta, siguieron el despegue mientras los pretendidos astronautas eran llevados en avión al complejo que la ASP tenía preparado a tal efecto en el desierto de Nevada. Un lugar, donde según Kaysing: "de todos los lujos concebibles, incluyendo la presencia de algunas de las más voluptuosas bailarinas de striptease de Las Vegas, que ya habían colaborado en otros asuntos con la inteligencia militar". Es posible que tal instalación se encontrara en el complejo militar de alto secreto conocido en clave como "Dreamland": el Área 51.

Una vez presuntamente lanzados al espacio los astronautas resultaba imposible verificar la autenticidad de cualquier comunicación, ya que la propia NASA controlaba los enlaces. ¿Quién es capaz de asegurar que las imágenes y sonidos que recibíamos eran emitidas realmente en directo?

Los detalles que aporta Kaysing en su libro, resultan alucinantes: nos relata la escandalosa vida de playboys que Armstrong y sus compañeros llevaron en su apartado y lujoso confinamiento, mientras el mundo los suponía a medio millón de kilómetros de La Tierra.

Uno de los momentos más surrealistas de la narración, es aquel en el que nos narra una pelea de burdel que se entabló entre uno de los astronautas y un miembro del personal del ASP cuando ambos, influidos por los rigores del encierro y la presión psicológica a la que estaban sometidos, se encaprichó con una exuberante bailarina exótica conocida como Peachy Keen. Se nos hace un poco cuesta arriba imaginarnos que en una operación de alto secreto en la que se encuentra en juego el prestigio de la nación más poderosa de la tierra, pueda terminar convertida en poco menos que una pelea de borrachos dándose de tortazos en un bar de alterne. Claro que tratándose de Estados Unidos, todo es posible...

El caso es que poco antes de su triunfal 'regreso' a La Tierra, los astronautas habrían sido alejados de los placeres y tentaciones de Las Vegas, para ser confinados en una base secreta al sur de las islas Hawaii, concretamente en el archipiélago de Tuamoto. Allí les aguardaba la falsa cápsula espacial a bordo de la cual serían lanzados al océano desde un avión de transporte C5-A para ante las cámaras de televisión ser rescatados por la Marina y vueltos a enclaustrar en una inexplicable cuarentena, especialmente si tenemos en cuenta que teóricamente regresaban de un lugar sin atmósfera, sin agua y sometida a la implacable acción de los rayos cósmicos, donde era virtualmente imposible que se contagiaran de virus, bacterias o microorganismos de ningún tipo. Para Kaysing resulta evidente que este nuevo confinamiento fue empleado para adoctrinar a los astronautas respecto a lo que deberían decir en sus intervenciones ante los medios de comunicación, ensayando una y otra vez las respuestas a cada posible pregunta.

Los teóricos de la conspiración nos cuentan una alucinante historia para justificar lo que ellos creen que realmente pasó, pero es una historia tan surrealista y atractiva que casi desearíamos que fuese 'la verdad'. "Porque a veces es demasiado increíble, la verdad deja a menudo de ser conocida".

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